Olga Orozco nació en Toay (La Pampa, Argentina) en 1920 y murió en Buenos Aires en 1999.
OLGA OROZCO
Yo, Olga Orozco, desde tu corazón digo a todos que muero.
Amé la soledad, la heroica perduración de toda fe,
el ocio donde crecen animales extraños y plantas fabulosas,
la sombra de un gran tiempo que pasó entre misterios y entre alucinaciones,
y también el pequeño temblor de las bujías en el anochecer.
Mi historia está en mis manos y en las manos con que otros las tatuaron.
De mi estadía quedan las magias y los ritos,
Unas fechas gastadas por el soplo de un despiadado amor,
La humareda distante de la casa donde nunca estuvimos,
Y unos gestos dispersos entre los gestos de otros que no me conocieron.
Lo demás aún se cumple en el olvido,
Aún labra la desdicha en el rostro de aquella que se
buscaba en mí igual que en un espejo de sonrientes praderas,
y a la que tú verás extrañamente ajena:
mi propia aparecida condenada a mi forma de este mundo.
Ella hubiera querido guardarme en el desdén o en el orgullo,
en un último instante fulmíneo como un rayo,
no en el tumulto incierto donde alzo todavía la voz ronca y llorada
entre los remolinos de tu corazón.
No. Esta muerte no tiene descanso ni grandeza.
No puedo estar mirándola por primera vez durante tanto tiempo.
Pero debo seguir muriendo hasta tu muerte
porque soy tu testigo ante una ley más honda y más
oscura que los cambiantes sueños,
allá, donde escribimos la sentencia:
"Ellos han muerto ya.
Se habían elegido por castigo y perdón, por cielo y por infierno.
Son ahora una mancha de humedad en las paredes del primer aposento"
OLGA OROZCO
I, Olga Orozco, tell from your heart to everyone that I am dying.
I loved solitude, the heroic endurance of all creed,
leisure during which strange animals and fabulous plants grow,
the shadow of a great time elapsed between mysteries and hallucinations,
also the light trembling of spark plugs at nightfall.
My story is in my hands and in the hands with which
others left their marks on them.
Only magic and rituals will remain from my stay,
A few dates worn out by the sigh of a cold-blooded love,
The distant smoke of the house in which we never dwelled,
And a few gestures scattered among the gestures of others who new me not.
The rest is yet to be fulfilled in oblivion,
The misfortune still carving that one’ s face who
in me was searching herself like in a mirror of delighted meadows,
and whom you will perceive as a strange alien:
my own phantom doomed to my own construct of this world.
She would have loved to keep me in disdain or in pride,
until the last moment like lightning striking,
not in a commotion unknown where I still raise my hoarse and weeping voice
amongst your stormy heart.
No. This death will not find peace nor greatness.
I cannot be looking at it for the first time for so long.
But I must keep dying until your death I reach
since I am your witness before a law too deep and too opaque
for ever changing dreams,
there, where we scripted the sentence:
“They have already died.
They had been chosen for punishment and forgiveness, for heaven and for hell.
They are now a stain locked in the smothered walls of the first dwelling”.
OLGA OROZCO
Yo, Olga Orozco, desde tu corazón digo a todos que muero.
Amé la soledad, la heroica perduración de toda fe,
el ocio donde crecen animales extraños y plantas fabulosas,
la sombra de un gran tiempo que pasó entre misterios y entre alucinaciones,
y también el pequeño temblor de las bujías en el anochecer.
Mi historia está en mis manos y en las manos con que otros las tatuaron.
De mi estadía quedan las magias y los ritos,
Unas fechas gastadas por el soplo de un despiadado amor,
La humareda distante de la casa donde nunca estuvimos,
Y unos gestos dispersos entre los gestos de otros que no me conocieron.
Lo demás aún se cumple en el olvido,
Aún labra la desdicha en el rostro de aquella que se
buscaba en mí igual que en un espejo de sonrientes praderas,
y a la que tú verás extrañamente ajena:
mi propia aparecida condenada a mi forma de este mundo.
Ella hubiera querido guardarme en el desdén o en el orgullo,
en un último instante fulmíneo como un rayo,
no en el tumulto incierto donde alzo todavía la voz ronca y llorada
entre los remolinos de tu corazón.
No. Esta muerte no tiene descanso ni grandeza.
No puedo estar mirándola por primera vez durante tanto tiempo.
Pero debo seguir muriendo hasta tu muerte
porque soy tu testigo ante una ley más honda y más
oscura que los cambiantes sueños,
allá, donde escribimos la sentencia:
"Ellos han muerto ya.
Se habían elegido por castigo y perdón, por cielo y por infierno.
Son ahora una mancha de humedad en las paredes del primer aposento"
OLGA OROZCO
I, Olga Orozco, tell from your heart to everyone that I am dying.
I loved solitude, the heroic endurance of all creed,
leisure during which strange animals and fabulous plants grow,
the shadow of a great time elapsed between mysteries and hallucinations,
also the light trembling of spark plugs at nightfall.
My story is in my hands and in the hands with which
others left their marks on them.
Only magic and rituals will remain from my stay,
A few dates worn out by the sigh of a cold-blooded love,
The distant smoke of the house in which we never dwelled,
And a few gestures scattered among the gestures of others who new me not.
The rest is yet to be fulfilled in oblivion,
The misfortune still carving that one’ s face who
in me was searching herself like in a mirror of delighted meadows,
and whom you will perceive as a strange alien:
my own phantom doomed to my own construct of this world.
She would have loved to keep me in disdain or in pride,
until the last moment like lightning striking,
not in a commotion unknown where I still raise my hoarse and weeping voice
amongst your stormy heart.
No. This death will not find peace nor greatness.
I cannot be looking at it for the first time for so long.
But I must keep dying until your death I reach
since I am your witness before a law too deep and too opaque
for ever changing dreams,
there, where we scripted the sentence:
“They have already died.
They had been chosen for punishment and forgiveness, for heaven and for hell.
They are now a stain locked in the smothered walls of the first dwelling”.
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