Lady Augusta Gregory nació en Roxborough (Irlanda) en 1852 y murió en Galway en 1932.
DONAL OG
It is late last night the dog was speaking of you;
the snipe was speaking of you in her deep marsh.
It is you are the lonely bird through the woods;
and that you may be without a mate until you find me.
You promised me, and you said a lie to me,
that you would be before me where the sheep are
flocked;
I gave a whistle and three hundred cries to you,
and I found nothing there but a bleating lamb.
You promised me a thing that was hard for you,
a ship of gold under a silver mast;
twelve towns with a market in all of them,
and a fine white court by the side of the sea.
You promised me a thing that is not possible,
that you would give me gloves of the skin of a fish;
that you would give me shoes of the skin of a bird,
and a suit of the dearest silk in Ireland.
When I go by myself to the Well of Loneliness,
I sit down and I go through my trouble;
when I see the world and do not see my boy,
he that has amber shade in his hair.
It was On that Sunday I gave my love to you;
the Sunday that is last before Easter Sunday.
And myself on my knees reading the Passion;
and my two eyes giving my love to you for ever.
My mother said to me not to be talking with you
to-day,
or tomorrow, or on the Sunday;
it was a bad time she took for telling me that;
it was shutting the door after the house was robbed.
My heart is as black as the blackness of the sloe,
or the black coal that is on the smith’s forge;
or as the sole of a shoe left in white halls;
it was you put that darkness over my life.
You have taken the east from me;
you have taken the west from me;
you have taken what is before me and what is behind
me;
you have taken the moon,
you have taken the sun from me;
and my fear is great
that you have taken God from me!
EL JOVEN DONAL
Es tarde, anoche el perro hablaba de ti,
La becada hablaba de ti en la profundidad del pantano.
Que tú eres la solitaria ave atravesando los bosques
decía;
y que quizá estarás sin compañero hasta que me
encuentres.
Me diste tu palabra y me engañaste:
que estarías frente a mí donde se juntan los rebaños;
te llamé con un silbido y trescientos gritos,
y no encontré nada más que un cordero balando.
Me prometiste algo que es difícil de conseguir para ti,
una nave de oro con arboladura de plata;
doce ciudades con un mercado en cada una de ellas,
y un hermoso patio blanco junto al mar.
Me prometiste algo que no es posible,
que me darías unos guantes de piel de pez;
que me darías unos zapatos de piel de pájaro,
y un vestido de la más preciada seda de Irlanda.
Cuando voy por mi cuenta al pozo de la soledad,
me siento y repaso mis penas;
cuando contemplo el mundo y no veo a mi muchacho,
aquel que tiene una sombra ambarina en el cabello.
Fue en tal domingo que te entregué mi amor;
el domingo antes del domingo de Pascua.
Y yo de rodillas leyendo la Pasión,
y mis ojos ambos entregándote mi amor para siempre.
Mi madre me dijo que no hablara contigo, ni hoy,
ni mañana, ni en domingo;
pero eligió un mal momento para decírmelo;
fue cerrar la puerta cuando la casa ya ha sido robada.
Mi corazón está tan negro como la oscuridad de la
endrina,
o el negro carbón de la fragua del herrero;
o como la suela de un zapato abandonado en blancos
salones;
fuiste tú quien puso esa oscuridad sobre mi vida.
Tú me has quitado el este;
tú me has quitado el oeste;
tú me has quitado aquello que estaba ante mí y aquello
que estaba tras de mí;
tú me has quitado la luna;
tú me has quitado el sol;
y grande es mi temor
¡de que me hayas quitado a Dios!
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