Aurelio Arturo nació en La Unión (Colombia) en 1906 y murió en Bogotá en 1974.
MORADA AL SUR (I)
En las noches
mestizas que subían de la hierba,
jóvenes
caballos, sombras curvas, brillantes,
estremecían la tierra con su casco de bronce.
Negras estrellas sonreían en la sombra con dientes de oro.
Después, de entre grandes hojas, salía lento el mundo.
La ancha tierra siempre cubierta con pieles de soles.
(Reyes habían ardido, reinas blancas, blandas,
sepultadas dentro de árboles gemían aún en la espesura).
Miraba el paisaje, sus ojos verdes, cándidos.
Una vaca sola, llena de grandes manchas,
revolcada en la noche de luna, cuando la luna sesga,
es como el pájaro toche en la rama, “llamita”, “manzana de miel”.
El agua límpida, de vastos cielos, doméstica se arrulla.
Pero ya en la represa, salta la bella fuerza,
con majestad de vacada que rebasa los pastales.
Y un ala verde, tímida, levanta toda la llanura.
El viento viene, viene vestido de follajes,
y se detiene y duda ante las puertas grandes,
abiertas a las salas, a los patios, las trojes.
Y se duerme en el viejo portal donde el silencio
es un maduro gajo de fragantes nostalgias.
Al mediodía la luz fluye de esa naranja,
en el centro del patio que barrieron los criados.
(El más viejo de ellos en el suelo sentado,
su sueño, mosca zumbante sobre su frente lenta).
No todo era rudeza, un áureo hilo de ensueño
se enredaba a la pulpa de mis encantamientos.
Y si al norte el viejo bosque tiene un tic-tac profundo,
al sur el curvo viento trae franjas de aroma.
(Yo miro las montañas. Sobre los largos muslos
de la nodriza, el sueño me alarga los cabellos).
DOWN SOUTH (I)
In Creole
nights swelling up from the grass
Young
horses, their shadows glossy, curved,
Made the
earth tremble with their hooves of bronze.
Black stars
smiled in the shadow with teeth of gold.
Afterwards, from between giant leaves, the world
slowly emerged.
The broad
earth always covered with pelts of suns.
(Kings had
burned, soft white
queens
Buried
inside tree trunks sobbed in the thickness still).
Staring
into the landscape, its eyes candid and green,
A solitary
cow, full of large spots
Wallows in
moonlight, while the tilted moon
Is like a
tanager on a bough, ¨a little flame¨, “a honey apple¨.
The clear
water of vast skies croons to itself, domestic.
Yet at the
reservoir, the beautiful force is beginning to leap
Majestic
like a herd spilling forth from its pastures.
And one
timid green wing elevates the whole plain.
The wind
comes, decked in foliage it comes
And it
halts and it hesitates before large doors
leading to
parlours, to patios, to barns,
and then it
falls into a slumber at the old gate where silence
is a ripe
bunch of fragrant nostalgias.
At noon,
just lying there, light seeps out from an orange
Left behind
in the middle of the patio after the farmhands swept.
(The oldest
one sits snoozing on the floor,
His dream a
fly buzzing on his slow forehead).
Not
everything was roughness, though, a golden thread of fantasy
Was tangled
to the pulp of my enchantments.
And if to
the North the ancient forest bears a deep tick tack,
To the
South the curved wind brings strands of fragrances.
(I watch
the mountains. On the nanny’s large buttocks
Sleep
stretches its long mane towards me).
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